Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
- ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó:
- ¿Y dónde están los suyos...?
- ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
- Yo también. Concluyó el sabio.
Efectivamente, la vida en la Tierra es solamente temporal... sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices. Olvidan que el valor de las cosas no está en el tiempo que duran... sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables... cosas inexplicables y personas incomparables.
Sin duda alguna, el apego es un tema totalmente significativo en todo crecimiento personal por los efectos que origina... sus impedimentos, dependencia y limitación.
¿De donde llega el apego?... pues bien... surge de una mentira que llega desde la cultura, la sociedad o desde nosotros mismos... de nuestra propia programación, consecuencia de todo cuanto recibimos desde nuestra infancia. No obstante, siempre tenemos la opción de elegir y pese a esa programación, podemos re-aprender y liberarnos del apego.
Simplemente observemos: miles de personas viven sin eso que se supone da la felicidad... y si revisamos nuestro pasado, seguramente encontraremos algo que en un momento dado supusimos era insustituible y que el tiempo, demostró que no era así. Hoy ya ni lo recordamos. El cambio se produce únicamente cuando unimos el conocimiento a la comprensión... pues son las columnas del la sabiduría.
Eliminar el sufrimiento que produce del apego nos permite vivir una vida equilibrada. Quien diga que vive en paz y armonía... sin haberse liberado del apego se está auto-engañando. Porque es elemental comprender que sólo nosotros podemos hacernos felices... no es que algo o alguien llega y nos da la felicidad, somos nosotros quienes decidimos ser felices. La felicidad no es un fin sino un medio mediante el cual podemos liberar el alma. La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor... sino de lo que pasa dentro de nosotros. La felicidad es un estado de ánimo... no somos felices en tanto no decidamos serlo. La felicidad es una forma de caminar por la vida, porque la raíz de la felicidad está en el interior del ser humano, no afuera.
Sí, el apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada... originado por la creencia de que sin esa cosa o persona, no es posible ser felices. Por tanto, no nos debe sorprender que nuestra mente diga: “No puedo ser feliz si no tengo tal o cual cosa, o si tal persona no está conmigo”. “No puedo ser feliz si tal persona no me ama”. “No puedo ser feliz si no tengo un trabajo seguro”. No puedo ser feliz si estoy solo (a)”. “No puedo ser feliz si no tengo un cuerpo de Miss Universo o no me visto a la moda”. Nuestra mente está programada para demostrarnos constantemente (si no es por una cosa, es por otra) que no podemos ser felices. Todo esto es falso, porque no hay un solo momento en nuestra vida en el que no tengamos cuanto necesitamos para ser felices.
Así que, para liberarnos del apego... debemos transformar nuestra mente. Ardua tarea. ¿Verdad?.
Porque cuando estamos apegados a los objetos o las personas... nos sentimos infelices. Aún así, el problema no son los objetos o las personas... sino la forma de relacionarnos con ellos.
¿Cómo funciona el apego?... pues bien, el apego es una actitud que sobrestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ella. En otras palabras... proyectamos sobre las personas y los objetos cualidades que no poseen o exageramos las que poseen. El apego es una visión poco realista y por ellos nos causa confusión. Si no se consigue el objeto del apego, origina infelicidad... y si se lo consigue, sólo produce un instante de placer seguido de la preocupación y el temor a perderlo. ¿Podemos ganar la batalla contra los apegos? Desde luego que sí, renunciando a ellos. Cambiando nuestra programación.
El apego es también un resultado de la ignorancia. No nos damos cuenta de que en el mundo todas las cosas están cambiando... todas son transitorias. Por lo tanto, ¿cuál es el beneficio de apegarse a las cosas? ¿Quién quiere o puede agarrar las olas en el mar? Nadie cuerdo lo intentaría. ¿Cierto?. Pues bien, todas las cosas en el mundo son como las olas en el mar. No podemos estar seguros de nuestro cuerpo o de nuestro pensamiento... ¿cómo podemos estar seguros de otras cosas?
No existe ningún beneficio en apegarse a las cosas... no obstante, uno tiene que comprender esto por su experiencia personal... no por las charlas, conferencias o libros... porque podemos oír o leer muchas cosas sobre la naturaleza transitoria de todo, pero nuestro corazón no las acepta. Hay que conseguir una conciencia directa a través de la experiencia directa y así, comprender que no hay ningún beneficio en apegarse a las personas o los objetos... porque el resultado de apegarse a cualquier cosa es el sufrimiento.
Quien quiera sufrir, puede sufrir... ese es su problema. Hay que aceptar esa verdad conscientemente, porque tenemos que dejar ir las cosas o las personas... queramos o no queramos. Todo envejece... todo muere... todo es efímero. Por todo esto, el apego es un resultado de la ignorancia... mientras que el desapego es el resultado del conocimiento de la verdad... de la sabiduría.
El desapego no es una condición negativa, sino una condición positiva... que nos libera de lo que nos impide el contacto con el alma. Tenemos apego cuando perdemos el poder interior. Tenemos apego cuando nos volvemos dependientes de una persona... de un objeto... de un evento o de una circunstancia. El apego nos hace perder el poder... porque el poder interior es el que nos da autonomía. La autonomía es la condición del alma... el poder del espíritu y la verdadera libertad.
En cualquier tipo de relación, ya sea de amor, de amistad, de familia o de trabajo... no hay peor separación que la de la proximidad física, cuando no hay libertad. Puede que estemos muy juntos y muy cerca. Puede que nos besemos... puede que nos abracemos... puede que ocupemos el mismo techo... pero si la relación se basa en el apego, estamos profundamente separados en nuestra esencia. Mientras más cerca estén nuestros cuerpos y nuestras personalidades, si hay apego... más lejanas están nuestras almas.
El amor solo puede existir en libertad. Elegir entre apego y felicidad, esa es la cuestión. Lo que necesitamos es comprender... tomar conciencia. Si nuestros apegos nos han ocasionado sufrimiento, esa es una gran ayuda para comprender... y si alguna vez experimentamos el sentimiento de libertad nos será útil recordarlo.
Porque mientras más cerca estemos... más prisioneros somos el uno del otro si la relación es de apego. Una relación es de apego si produce sufrimiento; no hay sufrimiento, sin apego. La condición del sufrimiento es el apego. “Tú puedes irte o puedes quedarte... pero si yo sufro es porque estoy apegado y si estoy apegado a ti, es porque estoy inseguro de mí... porque necesito un punto de apoyo exterior. Por lo tanto... si estoy apegado a ti... es porque estoy inseguro de mí. Si yo estoy apegado a ti, estoy violando tu libertad... si tú estas apegado a mí, entonces también estas violando mi libertad.”
Paradójicamente, la mejor manera de unirse es liberarse. La mejor manera de encontrarse es desaparecerse. La mejor manera de no rechazarte es aceptarme a mí mismo (a). Así se pueden ver las paradojas que se dan en una relación que tiene como punto de partida la reflexión; yo me miro y me observo en un espejo... pero yo me miro y me observo en un espejo que eres tú. Aquellas cosas a las que yo me apego, son esas inseguridades y vacíos interiores que tengo. De manera que... te estoy utilizando en la relación como un instrumento para compensar mis carencias. La relación no es un instrumento para compensar carencias... sino que es un instrumento de liberación, o al menos... así debería ser. ¿No creen?
Si yo te necesito a ti para llenar mis vacíos, pobre de ti y de mí... porque te voy a atrapar en la prisión de mi vacío. Si tú me necesitas solo para compensar tus vacíos en la relación... no me vas a dar más que tus carencias, tu sombra y tu pobreza. No me vas a regalar lo mejor de ti mismo, que es tu riqueza y todas aquellas cosas que ya has afirmado... aquello que traes para regalarle al mundo desde tu propio corazón.
Dice el proverbio hindú: “El agua se purifica fluyendo; el hombre, avanzando.” Sí, el mundo está lleno de sufrimiento... la raíz del sufrimiento es el apego... la supresión del sufrimiento significa la eliminación... el abandono de los apegos. Liberarse de los apegos es avanzar. Así de simple.
¿Abandonar los apegos significa apartarse del mundo material? La respuesta es: ¡No!
Uno utiliza el mundo material, uno goza el mundo material... pero nuestra felicidad no depende del mundo material. ¿Está esto suficientemente claro? Porque uno comienza a gozar las cosas cuando está desapegado... porque el apego produce ansiedad. Si estamos ansiosos cuando nos aferramos a algo... difícilmente podremos gozarlo. Por lo tanto, lo que les propongo no es una renuncia al goce, sino una renuncia a la “posesión”... a la ansiedad... a la tensión... a la depresión frente a la pérdida de algo.
¿De dónde creen que provienen los conflictos, el sufrimiento, la soledad, los temores, el vacío?... Así es, el origen de todo esto es el mismo: EL APEGO.
Para terminar, queridos hermanos del Portal Dimensional... quiero decirles que un pájaro herido no puede volar... pero un pájaro que se apega a una rama de árbol, tampoco. ¡Liberemos de los apegos!
Sobre todo, liberémonos de los apegos que limitan nuestro crecimiento espiritual. Porque el principal apego que “retrasa” nuestra evolución espiritual es creer que para despertar a la conciencia o alcanzar la iluminación, necesitamos seguir a un maestro o gurú... leer cientos de libros... tomar cursos y talleres o asistir a conferencias.
La evolución espiritual sucede cuando miramos en nuestro interior y somos capaces de encontrar ahí todas las respuestas... porque todas, absolutamente todas las respuestas están ahí... sólo hay que liberarnos de la “interferencia” externa y comprender que un maestro puede transmitir el saber pero no la sabiduría, esa hay que desarrollarla cada quien desde nuestra esencia, desde nuestro interior.
Sí, el crecimiento espiritual sucede cuando confiamos en nuestro propio poder... cuando nos liberarnos de la programación que nos ha dado la educación, la cultura, las religiones, la sociedad e incluso, nuestros propios temores. Cuando somos capaces de amar incondicionalmente. Cuando transformamos nuestra mente. Cuando nos encontramos a nosotros mismos, con nuestra esencia; cuando pensamos y decidimos por nosotros mismo, porque el camino espiritual es individual, nadie más puede andarlo por nosotros… sólo pueden acompañarnos en el viaje.
- ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó:
- ¿Y dónde están los suyos...?
- ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
- Yo también. Concluyó el sabio.
Efectivamente, la vida en la Tierra es solamente temporal... sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices. Olvidan que el valor de las cosas no está en el tiempo que duran... sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables... cosas inexplicables y personas incomparables.
Sin duda alguna, el apego es un tema totalmente significativo en todo crecimiento personal por los efectos que origina... sus impedimentos, dependencia y limitación.
¿De donde llega el apego?... pues bien... surge de una mentira que llega desde la cultura, la sociedad o desde nosotros mismos... de nuestra propia programación, consecuencia de todo cuanto recibimos desde nuestra infancia. No obstante, siempre tenemos la opción de elegir y pese a esa programación, podemos re-aprender y liberarnos del apego.
Simplemente observemos: miles de personas viven sin eso que se supone da la felicidad... y si revisamos nuestro pasado, seguramente encontraremos algo que en un momento dado supusimos era insustituible y que el tiempo, demostró que no era así. Hoy ya ni lo recordamos. El cambio se produce únicamente cuando unimos el conocimiento a la comprensión... pues son las columnas del la sabiduría.
Eliminar el sufrimiento que produce del apego nos permite vivir una vida equilibrada. Quien diga que vive en paz y armonía... sin haberse liberado del apego se está auto-engañando. Porque es elemental comprender que sólo nosotros podemos hacernos felices... no es que algo o alguien llega y nos da la felicidad, somos nosotros quienes decidimos ser felices. La felicidad no es un fin sino un medio mediante el cual podemos liberar el alma. La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor... sino de lo que pasa dentro de nosotros. La felicidad es un estado de ánimo... no somos felices en tanto no decidamos serlo. La felicidad es una forma de caminar por la vida, porque la raíz de la felicidad está en el interior del ser humano, no afuera.
Sí, el apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada... originado por la creencia de que sin esa cosa o persona, no es posible ser felices. Por tanto, no nos debe sorprender que nuestra mente diga: “No puedo ser feliz si no tengo tal o cual cosa, o si tal persona no está conmigo”. “No puedo ser feliz si tal persona no me ama”. “No puedo ser feliz si no tengo un trabajo seguro”. No puedo ser feliz si estoy solo (a)”. “No puedo ser feliz si no tengo un cuerpo de Miss Universo o no me visto a la moda”. Nuestra mente está programada para demostrarnos constantemente (si no es por una cosa, es por otra) que no podemos ser felices. Todo esto es falso, porque no hay un solo momento en nuestra vida en el que no tengamos cuanto necesitamos para ser felices.
Así que, para liberarnos del apego... debemos transformar nuestra mente. Ardua tarea. ¿Verdad?.
Porque cuando estamos apegados a los objetos o las personas... nos sentimos infelices. Aún así, el problema no son los objetos o las personas... sino la forma de relacionarnos con ellos.
¿Cómo funciona el apego?... pues bien, el apego es una actitud que sobrestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ella. En otras palabras... proyectamos sobre las personas y los objetos cualidades que no poseen o exageramos las que poseen. El apego es una visión poco realista y por ellos nos causa confusión. Si no se consigue el objeto del apego, origina infelicidad... y si se lo consigue, sólo produce un instante de placer seguido de la preocupación y el temor a perderlo. ¿Podemos ganar la batalla contra los apegos? Desde luego que sí, renunciando a ellos. Cambiando nuestra programación.
El apego es también un resultado de la ignorancia. No nos damos cuenta de que en el mundo todas las cosas están cambiando... todas son transitorias. Por lo tanto, ¿cuál es el beneficio de apegarse a las cosas? ¿Quién quiere o puede agarrar las olas en el mar? Nadie cuerdo lo intentaría. ¿Cierto?. Pues bien, todas las cosas en el mundo son como las olas en el mar. No podemos estar seguros de nuestro cuerpo o de nuestro pensamiento... ¿cómo podemos estar seguros de otras cosas?
No existe ningún beneficio en apegarse a las cosas... no obstante, uno tiene que comprender esto por su experiencia personal... no por las charlas, conferencias o libros... porque podemos oír o leer muchas cosas sobre la naturaleza transitoria de todo, pero nuestro corazón no las acepta. Hay que conseguir una conciencia directa a través de la experiencia directa y así, comprender que no hay ningún beneficio en apegarse a las personas o los objetos... porque el resultado de apegarse a cualquier cosa es el sufrimiento.
Quien quiera sufrir, puede sufrir... ese es su problema. Hay que aceptar esa verdad conscientemente, porque tenemos que dejar ir las cosas o las personas... queramos o no queramos. Todo envejece... todo muere... todo es efímero. Por todo esto, el apego es un resultado de la ignorancia... mientras que el desapego es el resultado del conocimiento de la verdad... de la sabiduría.
El desapego no es una condición negativa, sino una condición positiva... que nos libera de lo que nos impide el contacto con el alma. Tenemos apego cuando perdemos el poder interior. Tenemos apego cuando nos volvemos dependientes de una persona... de un objeto... de un evento o de una circunstancia. El apego nos hace perder el poder... porque el poder interior es el que nos da autonomía. La autonomía es la condición del alma... el poder del espíritu y la verdadera libertad.
En cualquier tipo de relación, ya sea de amor, de amistad, de familia o de trabajo... no hay peor separación que la de la proximidad física, cuando no hay libertad. Puede que estemos muy juntos y muy cerca. Puede que nos besemos... puede que nos abracemos... puede que ocupemos el mismo techo... pero si la relación se basa en el apego, estamos profundamente separados en nuestra esencia. Mientras más cerca estén nuestros cuerpos y nuestras personalidades, si hay apego... más lejanas están nuestras almas.
El amor solo puede existir en libertad. Elegir entre apego y felicidad, esa es la cuestión. Lo que necesitamos es comprender... tomar conciencia. Si nuestros apegos nos han ocasionado sufrimiento, esa es una gran ayuda para comprender... y si alguna vez experimentamos el sentimiento de libertad nos será útil recordarlo.
Porque mientras más cerca estemos... más prisioneros somos el uno del otro si la relación es de apego. Una relación es de apego si produce sufrimiento; no hay sufrimiento, sin apego. La condición del sufrimiento es el apego. “Tú puedes irte o puedes quedarte... pero si yo sufro es porque estoy apegado y si estoy apegado a ti, es porque estoy inseguro de mí... porque necesito un punto de apoyo exterior. Por lo tanto... si estoy apegado a ti... es porque estoy inseguro de mí. Si yo estoy apegado a ti, estoy violando tu libertad... si tú estas apegado a mí, entonces también estas violando mi libertad.”
Paradójicamente, la mejor manera de unirse es liberarse. La mejor manera de encontrarse es desaparecerse. La mejor manera de no rechazarte es aceptarme a mí mismo (a). Así se pueden ver las paradojas que se dan en una relación que tiene como punto de partida la reflexión; yo me miro y me observo en un espejo... pero yo me miro y me observo en un espejo que eres tú. Aquellas cosas a las que yo me apego, son esas inseguridades y vacíos interiores que tengo. De manera que... te estoy utilizando en la relación como un instrumento para compensar mis carencias. La relación no es un instrumento para compensar carencias... sino que es un instrumento de liberación, o al menos... así debería ser. ¿No creen?
Si yo te necesito a ti para llenar mis vacíos, pobre de ti y de mí... porque te voy a atrapar en la prisión de mi vacío. Si tú me necesitas solo para compensar tus vacíos en la relación... no me vas a dar más que tus carencias, tu sombra y tu pobreza. No me vas a regalar lo mejor de ti mismo, que es tu riqueza y todas aquellas cosas que ya has afirmado... aquello que traes para regalarle al mundo desde tu propio corazón.
Dice el proverbio hindú: “El agua se purifica fluyendo; el hombre, avanzando.” Sí, el mundo está lleno de sufrimiento... la raíz del sufrimiento es el apego... la supresión del sufrimiento significa la eliminación... el abandono de los apegos. Liberarse de los apegos es avanzar. Así de simple.
¿Abandonar los apegos significa apartarse del mundo material? La respuesta es: ¡No!
Uno utiliza el mundo material, uno goza el mundo material... pero nuestra felicidad no depende del mundo material. ¿Está esto suficientemente claro? Porque uno comienza a gozar las cosas cuando está desapegado... porque el apego produce ansiedad. Si estamos ansiosos cuando nos aferramos a algo... difícilmente podremos gozarlo. Por lo tanto, lo que les propongo no es una renuncia al goce, sino una renuncia a la “posesión”... a la ansiedad... a la tensión... a la depresión frente a la pérdida de algo.
¿De dónde creen que provienen los conflictos, el sufrimiento, la soledad, los temores, el vacío?... Así es, el origen de todo esto es el mismo: EL APEGO.
Para terminar, queridos hermanos del Portal Dimensional... quiero decirles que un pájaro herido no puede volar... pero un pájaro que se apega a una rama de árbol, tampoco. ¡Liberemos de los apegos!
Sobre todo, liberémonos de los apegos que limitan nuestro crecimiento espiritual. Porque el principal apego que “retrasa” nuestra evolución espiritual es creer que para despertar a la conciencia o alcanzar la iluminación, necesitamos seguir a un maestro o gurú... leer cientos de libros... tomar cursos y talleres o asistir a conferencias.
La evolución espiritual sucede cuando miramos en nuestro interior y somos capaces de encontrar ahí todas las respuestas... porque todas, absolutamente todas las respuestas están ahí... sólo hay que liberarnos de la “interferencia” externa y comprender que un maestro puede transmitir el saber pero no la sabiduría, esa hay que desarrollarla cada quien desde nuestra esencia, desde nuestro interior.
Sí, el crecimiento espiritual sucede cuando confiamos en nuestro propio poder... cuando nos liberarnos de la programación que nos ha dado la educación, la cultura, las religiones, la sociedad e incluso, nuestros propios temores. Cuando somos capaces de amar incondicionalmente. Cuando transformamos nuestra mente. Cuando nos encontramos a nosotros mismos, con nuestra esencia; cuando pensamos y decidimos por nosotros mismo, porque el camino espiritual es individual, nadie más puede andarlo por nosotros… sólo pueden acompañarnos en el viaje.
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