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lunes, 1 de octubre de 2007

EL HOMBRE DEL CRUCE DE CAMINOS

Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos.

Todos los días, a primera hora de la mañana, llegaba hasta allí, donde instalaba un puesto rodante en el cual vendía bocadillos que él mismo horneaba.

Era sordo, por lo tanto no escuchaba la radio. No veía bien, entonces ni un solo día leía los diarios.

Meses después alquiló un terreno, levantó un gran letrero de colores y personalmente pregonaba su mercancía gritando a todo pulmón: "Compre deliciosos bocadillos calientes", y la gente compraba cada día más.

Aumentó la compra de insumos, alquiló un terreno más grande y mejor ubicado y sus ventas se incrementaron día a día.

Su fama aumentaba y su trabajo era tanto que decidió buscar a su hijo, un hombre de negocios de una gran ciudad, para que lo ayudara.

A la carta del padre, su hijo respondió: ¡Pero papá! ¿No escuchas la radio ni lees los periódicos, ni ves televisión?. ¡¡¡¡Este país está atravesando una gran crisis, la situación es muy mala... No podría ser peor!!!!.

El padre pensó: "Mi hijo trabaja en una gran ciudad, lee los periódicos y escucha la radio, tiene contactos importantes... Debe saber de qué habla...".

Así que revisó sus costos, compró menos pan, disminuyó la compra de cada uno de los ingredientes y dejó de promocionar su producto. Su fama y sus ventas disminuyeron día a día.

Tiempo después desmontó el letrero y devolvió el terreno. Aquella mañana escribió a su hijo y le dijo: "Tenías mucha razón: verdaderamente estamos atravesando una gran crisis".

La historia de la humanidad demuestra que sólo triunfan aquellos

que creen poder hacerlo.

El Anillo


Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le, dijo: Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después...

-y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- E...encantado,- maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.

Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se

cruzaba en el mercado, más de cien personas-, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro- dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-.

Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo

vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo

- ¡ 58 MONEDAS ! Exclamó el joven.

Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé...si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede revaluarte verdaderamente un experto.

¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.

EL COLADOR


Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle.

El objetivo era: darse cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo. Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua. El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.

El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo!

¡Llenar un colador con agua! Eso es lo que ocurre, ¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo... no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes. "Es como agua en un colador", por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.

Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían... buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.

Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro. El maestro le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.

Muéstrame cómo llenas un colador con agua -le pidió el maestro.

Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón. El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.

Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo el maestro-. Mientras uno permanece de pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse con cucharadas de conciencia espiritual. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida espiritual.

Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.

El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador

flotó unos instantes y después se hundió.

- Ahora está lleno de agua y así permanecerá -dijo el maestro. - Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la

individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual.

Historia de Sabiduría Zen

Alan Watts

Erase una vez un pez que vivia en el gran oceano,

y puesto que el agua era transparente y se apartaba siempre convenientemente de su nariz cuando el se desplazaba,

ignoraba el hecho de que habitaba en el oceano.

Bien: un dia, el pez hizo una cosa muy peligrosa,

a saber:

comenzo a pensar "Sin duda, soy una entidad notable, pues puedo desplazarme por el espacio vacio".

El pez acabo por confundirse con tanto pensar sobre el moverse y el nadar,

y de pronto cayo en un ansioso paroxismo:

habia olvidado el arte de nadar.

En aquiel momento, miro hacia abajo y contemplo el abismo oceanico,

reparando en la terrorifica posibilidad de precipitarse.

Lulego reflexiono:

"Si pudiera morderme la cola,

lograria mantenerme".

Asi fue como el pez se mordio la cola,

doblando la espina dorsal.

Lamentablemente, esta ultima noera demasiado flixible,

por lo que no pudo mantenerse en posicion.

Mientras el pez pugnaba por cogerse la cola,

el negro abismo se tornaba mas y mas horrible,

hasta que el pobre animal cayo en una profunda crisis nerviiosa.

El pez de nuestra historia estaba a punto de abandonar cuando el oceano,

que le habia estado observando con una mezcla de piedad y diversion,

le dijo:

"¿ Que estas haciendo?"

-Oh- dijo el pez- tengo miedo de caer en el profundo y negro abismo y procuro morderme la cola

para sostenerme.

_Bien- replico el oceano- pues ya llevas un buen rato intentandolo,

y sin embargo, no has caido. ¿Como es eso?

-Oh. ¡es verdad!, todavia no he caido- repuso el pez- porque estoy nadando.

-Oye- replico el oceano- yo soy el Gran Oceano, donde vives y te mueves y puedes ser un pez,

y he puesto todo de mi parte para que nadaras,

y te sostengo mientras lo haces.

Pero tu, en lugar de explorar la profundidad, la altura y las vastedades de mi seno,

malgastas tu tiempo persiguiendote la cola.

Desde entonces, el pez dejo la cola en su lugar (es decir, atras),

y se dedico a explorar el oceano.

(Extracto de "El futuro del Extasis, de Alan Watts)

viernes, 28 de septiembre de 2007

Paz y Soledad...


Estaba escribiendo un cuento sobre una tarde que tomaba café con dos de mis mejores amigas: mi Soledad y mi Paz. Resulta que tenerlas a las dos juntas es muy difícil, como que tienden a separarse por naturaleza, pero una vez que logras unirlas, se quedan super tranquilas, siempre a tu lado. Cuando no las tienes, por alguna razón tu vida no sigue un camino recto, sino que va por el destino de golpe en golpe, es muy difícil recuperarlas. Y no basta con tener sólo una, sin la otra el cuadro no se completa y por dentro sigues lleno de dolor.

El problema radica en que son super celosas. Cuando por ahí conozco a alguien que me gusta ..., la primera en irse es mi Paz..., empiezo a ponerme intranquilo, y aunque la nueva conocida me cause mucha alegría e inspiración, el vacío en el estómago aparece y mi Paz recoge sus cosas y se marcha. Si me llego a enamorar, entonces es mi Soledad la que levanta el vuelo, y de repente estoy de la mano con mi pareja, feliz, y sin mis entrañables amigas. Y bueno... así son muchos amigos que uno tiene... en cuanto se enamoran como que nos abandonan un poquito y sólo regresan cuando el amor se les escapó de las manos.

El hecho es que esa tarde cuando por fin había logrado juntarlas, alguien espectacular cruzó el umbral de la puerta y captó toda mi atención. A decir verdad más que mi atención, se llevó mi mirada, mis ilusiones y hasta mis sueños, en apenas un abrir y cerrar de ojos. Vi una sonrisa tan especial que hasta el café cambió de sabor, sus ojos obscuros iluminaban todo a su alrededor y por un instante el mundo era nuevamente un desafío que valía la pena vivir.

Inmediatamente mis acompañantes se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, cambiaron de genio y entre las dos empezaron a reprocharme duramente. "Otra vez lo mismo... otra vez nos quieres cambiar por otra persona. ¿No te das cuenta que siempre se van y terminas buscándonos de nuevo? ¿Por qué de una vez no cambias y te comportas como un buen amigo?"...

Ante mi impavidez, mi Paz se levantó, lanzó unas monedas sobre la mesa para cancelar el café a medio tomar, recogió su cartera y empezó a caminar hacia la puerta. Mi Soledad se entristeció terriblemente, nuevamente su gran amiga nos dejaba y empezaba otra vez el camino del amor, que siempre había terminado en la vereda del dolor.

Cerré mis ojos por un momento y recordé mis fracasos anteriores. Lo hermosa que había sido la ilusión inicial, y lo difícil que se había tornado luego, cuando salían a la luz las diferencias o las contradicciones de nuestros sentimientos. A mi mente vinieron esas noches terribles donde mi Angustia, otra amiga, era la única que quería acompañarnos a mi Soledad y a mí. Nadie más nos llenaba, ni siquiera mis otros amigos, los de afuera, podían hacer algo. El vacío en mi estómago se hizo más profundo y doloroso. Todavía no había terminado de cerrarse desde la última vez que alguien se fue de mi lado, y no quería sentir otra vez ese sentimiento de abandono y desánimo que me suele acontecer en esos momentos dolorosos.

Me levanté y salí corriendo atrás de mi Paz, alcancé a tomarla del brazo antes de que suba en un taxi, la miré a los ojos y le dije: "Discúlpame, por favor no te vayas. Nadie vale como tú en mi vida y no te cambiaría por nada de este mundo". Mis manos temblaban y mi agitación no me permitía seguir hablando. Ella sonrió, me abrazó y despacito me dijo: "Tonto, esta vez te perdono, pero la próxima vez, sí deberás arrodillarte, si quieres reconquistarme". Sonreímos juntos y entramos de la mano. Mi Soledad estaba nuevamente alegre y tranquila. El vacío de mi estómago disminuyó a su tamaño habitual. Había que festejar... "Mesero, un café mas por favor ... para tres"

Desconozco el autor

Mira más allá


Se cuenta una historia de una familia pobre que tenía la facultad de tomar todas las cosas por su lado positivo. Una mujer rica se interesó por ayudarlos.

Un día la visitó un vecino de la familia pobre y le dijo a la señora que no les ayudara porque la estaban engañando.

Los niños de aquella familia siempre comen cosas deliciosas, lujos que ni yo puedo permitirme - dijo el vecino, La mujer rica fue a visitar esta familia al mediodía.

Estaba parada junto a la puerta, a punto de llamar, cuando oyó que una de las niñitas le preguntaba a otra:- ¿Te vas a servir carne con puré hoy?

- No, creo que comeré pollo asado - respondió la otra niña. Al oír eso la mujer golpeó la puerta y entró inmediatamente.

Vio a las dos niñas sentadas a la mesa en la que habían unas pocas rebanadas de pan seco, dos papas frías, un jarro de agua y nada más.

A sus preguntas contestaron que imaginaban que su pobre comida era toda suerte de manjares y el juego hacía que la comida les fuera un verdadero festín.- Usted no sabe lo delicioso que es el pan cuando una lo llama torta de frutillas.

- Pero es mucho más rico si lo llamas helado de crema - dijo la otra niña.

La señora rica salió de allí con una nueva idea de lo que significa el contentamiento.

Descubrió que la felicidad no está en las cosas, si no en los pensamientos y nuestra actitud ante las cosas, No pidamos que cambie nuestra suerte, pidamos ser transformados nosotros.

Entonces, veremos que hay bendiciones que nos aguardan en la situación que nos ha correspondido.

Desconozco el autor

Superarse a sí mismo




Están los que usan siempre la misma ropa.

Están los que llevan amuletos

Los que se hacen promesas.

Los que imploran mirando al cielo

Los que creen en supersticiones.

Y están los que siguen corriendo

Cuando las piernas le tiemblan

Están los que siguen jugando

Cuando se les acabó el aire

Los que siguen luchando

Cuando todo parece perdido

Están convencidos de que la vida

es un desafío en sí misma

Sufren pero no se quejan

Saben que el dolor pasa

El sudor se seca

El cansancio se termina...

Saben que hay algo que nunca desaparecerá:

La satisfacción de lograr un sueño

Sus cuerpos tienen la misma cantidad de músculos.

Por sus venas corre la misma sangre

Lo que los hace diferentes es su espíritu

La determinación de alcanzar la cima

Una cima a la que no se llega superando a los demás

Sino superándose a uno mismo.

Desconozco el Autor

lunes, 24 de septiembre de 2007

El Carpintero...


Un carpintero ya entrado en años estaba listo para retirarse. Le dijo a su Jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia. Él iba a extrañar su cheque mensual, pero necesitaba retirarse. Ellos superarían esta etapa de alguna manera. El Jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía y le pidió que si podría construir una sola casa más, como un favor personal.

El carpintero accedió, pero se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente.

Era una desafortunada manera de terminar su carrera.

Cuando el carpintero terminó su trabajo y su Jefe fue a inspeccionar la casa, el Jefe le extendió al carpintero, las llaves de la puerta principal.

'Esta es tu casa,' - dijo, 'es mi regalo para ti.'

¡Que tragedia! ¡Que pena! Si solamente el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. Ahora tendría que vivir en la casa que construyó 'no muy bien' ¡que digamos!

Así que está en nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo. Entonces con pena vemos la situación que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

Piensa como si fueras el carpintero. Piensa en su morada eterna. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construyan con sabiduría. Es la única vida que podrás construir. Inclusive si solo la viven por un día más, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.

La placa en la pared dice: 'La Vida es Un Proyecto de Hágalo-Usted-Mismo'.

Desconozco el autor...

LOS ÁNGELES ESTÁN EN LA TIERRA...



Dios estaba en el cielo mirando cómo actuaban los hombres en la Tierra. Entre ellos, la desolación reinaba... "más de seis millones de seres humanos son pocos para alcanzar la magnificencia divina del amor" suspiró el Señor.

El padre vio a tantos hermanos en guerra, esposos y esposas que no completaban sus carencias, ricos y pobres apartados, sanos y enfermos distantes, que un buen día reunió un ejercito de ángeles y les dijo:

-¿veis a los seres humanos?...¡necesitan ayuda!... tendréis que bajar vosotros a la tierra.

-¿Nosotros? Preguntaron los ángeles ilusionados, asustados y emocionados, pero llenos de fe.

-Si, vosotros sois los indicados. Nadie más podría cumplir esta tarea. ¡Escuchad! : cuando creé al hombre, lo hice a imagen y semejanza mía, pero con talentos especiales para cada uno.

Permití diferencias entre ellos para que juntos formasen el reino. Así lo planeé. Unos alcanzarían riquezas para compartir con los pobres. Otros gozarían de buena salud para cuidar a los enfermos. Unos serian sabios y otros muy simples para procurar entre ellos sentimientos de amor, admiración y respeto. Los buenos tendrían que rezar por los que actúan como si fueran malos. El paciente toleraría al neurótico. En fin, mis planes deben cumplirse para que el hombre goce desde la tierra, la felicidad eterna. Y para hacerlo, ¡vosotros bajareis con ellos!

-¿de qué se trata? Preguntaron los ángeles inquietos.

-Como los hombres se han olvidado de que los hice distintos para que se completasen unos a otros y así formaran el cuerpo de mi Hijo amado; como parece que nos e dan cuenta de que los quiero diferentes para lograr la perfección, bajareis con francas distinciones. Y dio a cada uno su tarea:

Tú tendrás memoria y concentración de excelencia: serás ciego.

Tú serás elocuente con tu cuerpo y muy creativo para expresarte: serás sordomudo.

Tú tendrás pensamientos profundos, escribirás libros, serás poeta: tendrás parálisis cerebral.

A ti te daré el don del amor y serás su persona, habrá muchos otros como tú en toda la tierra y no habrá distinción de raza porque tendrás la cara, los ojos, las manos y el cuerpo como si fueran hermanos de sangre: Tendrás Síndrome de Down.

Tú serás muy bajo de estatura y tu simpatía y sentido del humor llegarán hasta el cielo: serás enano.

Tú disfrutarás la creación como lo planee para los hombres. Tendrás discapacidad intelectual y mientras otros se preocupan por los avances científicos y tecnológicos, tú disfrutaras mirando una hormiga, una flor. Serás feliz, muy feliz porque amarás a todos y no harás juicio de ninguno.

Tú vivirás en la tierra, pero tu mente se mantendrá en el cielo; preferirás escuchar mi voz a la de los hombres: tendrás autismo.

Tú serás hábil como ninguno: te faltarán los brazos y harás todo con las piernas y la boca. Y al último ángel le dijo: serás un genio; te quitaré las alas antes de llegar a la tierra y bajarás con la espalda ahuecada; los hombres repararán tu cuerpo, pero tendrás que ingeniártelas para triunfar: tendrás mielomeningocelle, que significa miel que vino del cielo.

Los ángeles se sintieron felices con la distinción del Señor, pero les causaba una enorme tristeza tener que apartarse del cielo para cumplir su misión.

-¿Cuánto tiempo viviremos sin verte? ¿Cuánto tiempo lejos de ti?

-No os preocupéis estaré con vosotros todos los días. Además, esto durará sólo 60 u 80 años terrenos.

-Esta bien, Padre, será como tú dices: 80 años son instante en el reloj eterno. Aquí nos veremos al ratito dijeron los ángeles al unísono y bajaron a la tierra emocionados.

Cada uno llegó al vientre de una mamá. Ahí se formaron durante 6, 7, 8 ó 9 meses. Al nacer, fueron recibidos con profundo dolor, causaron miedo y angustia. Algunos padres rehusaron la tarea; otros la asumieron enojados; otros se echaron culpas hasta disolver su matrimonio y otros más lloraron con amor y aceptaron el deber.

Sea cual fuere el caso, como los ángeles saben su misión y sus virtudes son la fe, la esperanza y la caridad, además de otras, todas gobernadas por el Amor, ellos han sabido perdonar, y con paciencia pasan la vida iluminando a todo aquel que los ha querido amar. Siguen bajando ángeles a la tierra con espíritus superiores en cuerpos limitados y seguirán llegando mientras haya humanidad en el planeta.

Dios quiere que estén entre nosotros para darnos la oportunidad de trabajar por ellos, para aprender de ellos, y trabajar es servir, servir es vivir y vivir es amar, porque la vida se nos dio para eso. El que no vive para servir, no sirve para vivir.

Si tienes un ángel en tu hogar cuídalo y si tienes un amigo del alma o sientes en el fluir a ese quien, aprende de él porque Dios te ha elegido a ti y no a él... es un regalo valioso que muy pocos tienen pero muchos desprecian, por eso tú que lo tienes aprovecha los dones que él tiene y trabaja, sirve, vive y ama...

(Desconozco el autor)

viernes, 21 de septiembre de 2007

Vivir como las flores


..- Maestro, que debo hacer para no quedarme molesto ?

...Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas. Sufro con aquellas que calumnian.

..- Pues, viva como las flores! Advirtió el Maestro.

..- Como es vivir como las flores ? Preguntó el discípulo.

..- Ponga atención a esas flores - continuó el Maestro, señalando lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra macule la frescura de sus pétalos.

Es justo angustiarse con sus propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás lo incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no suyos.

Si no son suyos, no hay motivo para molestarse. Ejercite, pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.

Esto es vivir como las flores.