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sábado, 28 de julio de 2007

Muere lentamente...

Muere lentamente quien se transforma
en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días
los mismos trayectos,
quien no cambia de marca,
no arriesga vestir un color nuevo
y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien hace
de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien
evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las "íes" a
un remolino de emociones,
justamente las que rescatan
el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos
y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea
la mesa cuando está
infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto
por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos
una vez en la vida, huir de
los consejos sensatos.

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente, quien pasa los días
quejándose de su mala suerte
o de la lluvia incesante.

Muere lentamente, quien abandona
un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto
que desconoce o no respondiendo cuando le
indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas,
recordando siempre que estar vivo
exige un esfuerzo mucho mayor que
el simple hecho de respirar.

Solamente la ardiente paciencia hará
que conquistemos una espléndida felicidad.

Pablo Neruda.

La flor no nace para ser hermosa...

La flor no nace para ser hermosa... Nace para ser flor. Su belleza requiere que quien
la mire tenga la capacidad para descubrirla. Pueden pasar a su lado cientos... miles...
Algunos ni siquiera se percatarán de su existencia. Otros no encontrarán en ella nada
singular que la haga resaltar del paisaje que la contiene. ...Habrá quienes pensarán
solo es una flor más. Aún tal vez aparezcan los que le dedicarán un par de miradas
atraídos por sus colores y seguirán su camino...Pero en algún momento aparecerá quien no la considere una flor más, y tenga todo
el tiempo necesario para deleitarse observándola en cada milímetro, descubra nuevas
sensaciones al acariciar suavemente sus pétalos, y no siga de largo, sino que decida
que es una flor demasiado hermosa para no conservarla.
..Así con profundo cuidado y amor, cavará en torno de su raíz y poniendo todo su cariño
y atención la llevará a su propio jardín donde a cada momento pueda tenerla cerca para
quererla, apreciarla, dejarse cautivar por ella... para amarla. Y no le pedirá que cambie
su color, su forma, su aroma. Ella nació flor. Ella nació así. Así también tu vida puede
ser como esa flor.
..Tal vez pasen cientos o miles a tu lado sin percatarse de tus valores, de tus sentimientos,
de tu propia existencia.
Hasta que alguien con la capacidad interior necesaria te descubrirá en medio del mundo.
Posará en ti sus ojos y te hará parte de su mundo sin que para ello debas cambiar o
mostrarte en forma distinta. Alégrate de haber nacido como eres y espera la llegada
de ese gran día.

miércoles, 25 de julio de 2007

"Cuento de las dos vasijas" (cuento anónimo Hindú)...


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente; desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habla al aguador diciéndole: -Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.

El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: -Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces:

-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.

En la vida cada uno de nosotros tiene sus propias grietas personales. Todos, en algún punto, somos como vasijas agrietadas y con defectos, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de poder aprovechar nuestros puntos débiles para lograr no sólo buenos resultados, sino para Darnos Cuenta que aunque no lo sepamos tenemos la posibilidad de aportar a la conciencia de humanidad.

MENSAJE DE UNA MARIONETA (Gabriel Garcia Marquez)... Excelente


"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate! Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de vosotros, los hombres...

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de vosotros, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo..."


Gabriel Garcia Marquez

Esta es la epoca....

Tenemos edificios más altos, pero templos más pequeños; autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos; gastamos más dinero, y tenemos cada vez menos; compramos más, y disfrutamos poco. Tenemos casas más grandes, y familias más chicas; cosas más convenientes, pero menos tiempo;más educación, y menos sentido; más conocimiento, y menos juicio;más expertos, y más problemas; más medicinas, y menos bienestar; Tomamos mucho,fumamos mucho,gastamos sin medida,reímos muy poco,manejamos a mayor velocidad,nos enfurecemos demasiado rápido, nos acostamos muy tarde,nos levantamos muy cansados,casi no leemos,vemos demasiada TV,y casi nunca rezamos. Hemos multiplicado nuestras posesiones,pero reducido nuestros valores, hablamos demasiado, amamos muy pocoy mentimos casi todo el tiempo,hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a disfrutarla,le hemos sumado años a la vida y no vida a los años.Hemos ido y vuelto a la luna,pero no podemos cruzar la calle para conocer a un vecino; Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior,hacemos cosas más grandes, pero no mejores,hemos limpiado el aire, pero no el alma, hemos dividido al átomo, pero no nuestros prejuicios,escribimos mucho, pero aprendemos poco,planeamos de todo, pero luego no conseguimos casi nada.Hemos aprendido a hacer las cosas más rápido, pero no a tener más paciencia;tenemos ganancias más altas, pero moral más baja;más alimento y menos paz.Construimos más computadoras para guardar más información,para producir más copias que nunca, pero nos comunicamos menos; cada vez tenemos más cantidad y menos calidad.Esta es la época de la comida rápida y de la digestión lenta;hombres altos, de bajo carácter;profundas ganancias y relaciones superficiales. Esta es la época de la paz mundial, y la guerra doméstica;más tiempo libre y menos diversión;más tipos de comida pero menos nutritivas.Ahora tenemos ingresos conjuntos pero más divorcios, casas más bellas, pero más hogares rotos.Esta es la época de viajes rápidos,pañales desechables,moralidad en decadencia,pasiones de una noche,cuerpos con sobrepeso,pastillas que hacen todo, desde alegrarte,hasta calmarte y matarte.Esta es la época donde tenemos todo en la vidrieray nada en el inventario.Esta es la verdad. Sri Sathya Sai Baba

No te sientas olvidado...reflexiona *Facundo Cabral







" Como los budistas, sé que la palabra no es el hecho. Si digo manzana no es la maravilla innombrable que enamora el verano, si digo árbol apenas me acerco a lo que saben las aves, el caballo siempre fue y será lo que es sin saber que así lo nombro.

Sé que la palabra no es el hecho, pero sí sé que un día mi padre bajó de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre, y la incendió de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando el poema que mi padre comenzó con algunas palabras.

Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra. Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices.

Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias. Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no canta, porque algo esconde. Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí.
Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía, nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa. De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo, en todo el mundo, desde la austeridad del frío patagónico a la lujuria del Caribe, desde la lúcida locura de Manhattan al misterio que enriquece a la India, donde la Madre Teresa sabe que debemos dar hasta que duela.

Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón. Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante porque eso es la vida.

Me costó 57 años ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿porqué te preocupas tanto?. No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas no puedo ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes. Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella. El bien y el mal viven dentro de tí, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse.

Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano. No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia. Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida. Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente."

Decálogo para recordar sanamente...




* No te lamentes de las oportunidades perdidas. Mientras lo haces, quizás esté pasando el último tren por delante de tu casa, tal vez está amaneciendo de nuevo, acaso alguien esté llamando a tu puerta.
* No sigas castigándote por los errores cometidos. Es como repetir siempre la misma asignatura. De este modo, nunca aprenderás la lección del amor que Dios te regala cada día, ni el arte de conjugar la vida. El pasado pasó. ¡Desahoga en Él tus afanes!
* Vive agradecidamente el presente: es tu tiempo y tu tarea. De lo contrario, tu futuro puede convertirse en una vana ficción.
* En la adversidad y en la debilidad haz también memoria: reaviva energías que ya usaste, despierta recursos qué conoces, desempolva entusiasmos que ya gozaste. Saborearás de nuevo la vida.
* No uses de tu pasado como pretexto compensatorio, como arma arrojadiza contra alguien, como acumulador de resentimientos: terminará por ser más fuerte que tú.
* La nostalgia es actitud de necios. Lo mejor, lo más interesante, lo nuevo (incluso cuando la soledad parece cegarte) es tu presente: acógelo, sácale partida.
* Si ya no tienes objetivos, ilusiones y esperanza aterrizarás forzosa y peligrosamente en el pasado. Deja, por tanto, que por algún resquicio de tu alma o de tus ventanas, entre un poco de aire que mantenga vivo el rescoldo.
* Mira siempre agradecido a tu pasado. No te faltan motivos para ello. Descubrirás que, a pesar de todo, ha valido la pena haber sido escogido desde la eternidad de Dios para la aventura maravillosa de la vida.
* Vive cada día como una nueva oportunidad. En el pórtico de la Vida que te ha sido prometida, ya puedes decir (con modestia, claro): Confieso que he vivido.
* "Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos". La fe de los cristianos tiene su origen en la historia de Aquél que "pasó entre nosotros haciendo el bien. Pero no pasó. Sigue vivo. Ser y hacer memoria de Él es apuntarse a la mejor conjugación: He vivido, vivo y... viviré.
* RECUERDA la frase de San Agustín: "Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas."

Cómo Reaccionas?

Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida, y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.
No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.
Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó al lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.

En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó pacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó sobre un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en un plato. Colocó el café y lo sirvió en una taza.

Mirando a su hija le dijo: ¿"Querida qué ves"? "Zanahoria, huevos y café" fue la respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara el huevo y lo rompiera. Al sacarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro.
Luego le pidió que tomara un poco del café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, Padre?"
El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad:
agua hirviendo, pero que habían reaccionado de manera diferente:

La zanahoria llegó al agua fuerte, dura.
Pero después de pasar por el agua hirviéndose había vuelto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido.
Pero después de estar en agua hirviendo su interior se había endurecido.

Los granos de café, sin embargo, eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

¿Cuál eres tú?, le preguntó a su hija.
"Cuando la adversidad llega a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Cómo eres tú?

¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil, y pierdes tu fortaleza?

¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?
¿Poseías un espíritu fluído, pero después de una muerte, una separación, un divorcio, o un despido te has vuelto duro y rígido?
Por fuera te ves igual, pero ¿Eres amargado y áspero,con un espíritu y un corazón endurecido?

¿O eres un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor.

Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.
De corazón, te deseo que intentes ser como el grano de café, cuando las cosas no vayan bien y puedas lograr que tu alrededor mejore.

Recuerda todo lo que te sucede en la vida es por alguna razón, sólo necesitas descubrir su motivo y aprender de ello.

miércoles, 18 de julio de 2007

La Ciudad de la Alegría... (Excelente)

Contábamos nuestras historias de los últimos años, en aquellos que no nos habíamos visto. Cada ronda de cerveza y unos buenos cigarros acompañaban las risas, los asombros y las concentraciones en cada relato.
Le llegó el turno a Berns, quien siempre contaba historias cómicas, anécdotas llenas de desopilantes eventos. Pero esta que comenzaría a contarnos no era una de ellas. Nos dimos cuenta cuando sus ojos se perdieron en el fondo de su vaso vacío como si las imágenes del pasado estuvieran allí dentro… Y contó su historia.
“Hace unos años que vengo con tratamientos para combatir el maldito cáncer en mí y en una de esas internaciones que me vuelven loco por el encierro, conocía a una personita muy interesante.
Como no podía fumar dentro del hospital, trataba de calmar mi ansiedad caminando por los pasillos una de esas noches silenciosas. De vez en cuando se escuchaba el sonido de esos horribles aparatos que evitan que la gente se escape del mundo (se sonrió). Me llamó la atención una habitación con un velador prendido. En aquel cuarto estaba un niño de no más de diez años, me imaginé que tenía de esos cánceres de mierda porque estaba completamente calvo por la quimio.
Pero fue otra cosa que me llamó la atención de él. Estaba sentado en la cama con unas hojas grandes y unos crayones, dibujando algo pensé. Me le quedé mirando un buen rato desde el pasillo hasta que ese chico se percató de mi presencia. Me miró y se sonrió, luego dio vuelta la hoja y me enseñó lo que estaba dibujando.
-¿Te gusta?-, me preguntó.
No alcanzaba distinguir, más aún con la penumbra del pasillo, así que me acerqué hasta ingresar a su cuarto.
-Se muy bueno- le comenté. Era como un bosque lleno de árboles grandes, flores y muchos pájaros, realmente era asombroso como dibujaba ese niño.
-¿Sabes que es?- me volvió a preguntar.
-Un bosque… ¿verdad?-
- Es el camino a la ciudad feliz.- me corrigió.
Yo asentí sin saber que otra cosa decirle.
-¿Sabes donde está la ciudad feliz?
Comencé a creer que tal vez su tratamiento le estaba provocado algún delirio o simplemente era la imaginación de un niño.
-¿Tus padres no se quedaron a hacerte compañía?- le pregunté ahora a él.
-Estuvieron hace un rato, luego iré con ellos- me respondió sonriendo.-Pero no me contestaste si sabes donde está la ciudad feliz.-
Entonces, como para darle el gusto, le dije que no sabia pero que me gustaría que me lo dijera.
-¿Por qué tienes los ojos así?-
Esa pregunta me respondió, ya me estaba asegurando que algún medicamento le provocaba desvaríos. Pero le seguía la corriente.
-¿Qué es lo que tengo en los ojos?-
-Los tienes tristes-
-¿Por qué los tendría tristes?... Tal vez sea el acostumbramiento a la luz. Venia caminando por el pasillo semi oscuro.
-No, yo creo que vistes muchas cosas feas.
No comprendía lo que el chico se quería referir.
-¿A qué te dedicas?
-Soy mecánico- le respondí
-¿Y qué más?-
-Nada más… Solo eso.
-Mi papá tuvo un tiempo los ojos como los tuyos, luego mi mamá también y mi hermano con el tiempo también estaba así.-
-¿Y qué tiene que ver eso conmigo?- ya causándome curiosidad.
El niño saltó de su cama y se dirigió hacia una mesita donde había una carpeta casi tan grande como él. La tomó y la depositó sobre la cama; me invitó a sentarme en ella mientras abría la carpeta.
En su interior había muchos dibujos, el primero de ellos era tan bueno como aterrador. Era una escena de gente tirada en el piso, con manchas que parecía sangre, unos soldados, que se los veía heridos, unos niños muy flaquitos como si tuvieran hambre y una ambulancia con una enfermera y un doctor.
-¿Esto es un dibujo que muestra que cuando la gente no se pone de acuerdo con lo que piensan, pasa esto. Cada uno ve una realidad diferente salvo una que es la que las mismas personas se impusieron siempre.- me explicaba el niño.
-¿Y qué realidad es esa?
-La que nos dijeron que alguien tiene que tener la razón-
Observé al niño asombrado y admirado por su punto de vista, luego volví a recorrer ese dibujo.
-¿Entonces crees que terminamos así? ¿En una guerra?
-Como pasó en nuestro país.
Empecé a ordenar los pensamientos y se me ocurrieron algunas preguntas para formularle. Sabiendo que nunca fui muy sutil, largué mi pregunta como me vino.
-¿Tus padres y tu hermano vivieron la guerra?
-Sí, como tu.
No dejaba de asombrarme y como pudo saber que en verdad estuve en la guerra.
-Es verdad, combatí hace uso años atrás. ¿Por eso me dices que tengo los ojos tristes?
-A la gente que vio cosas malas se le nota.
-Es posible… ¿Y como crees que se puede curar eso?
-No con quimioterapia.
-Claro, eso es para lo otro que tenemos y no vino con la guerra.
-Sí, vino con la guerra
-La guerra no me provocó el cáncer que tengo, vino mucho después.
-La guerra te provoca odio, angustia, tristeza, miedo… Todas esas cosas provocan cáncer.
Yo lo miraba y ya me parecía que hablaba con un filósofo y no con un niño.
-O sea que lo que me quieres decir es que nos enfermamos a nosotros mismos.
El niño pasaba las hojas con sus hermosos dibujos, algunos me llamaban la atención, en uno de ellos, había dibujado a un hombre inmenso que miraba desde unas nubes a la gente pequeña que estaba debajo. Algunas personas tenían cara de asustadas o preocupadas, otras con rostros enojados.
-¿Ese señor grandote sería Dios?- le indagué.
-Así es, y mira lo tontos que somos.
-¿Por qué tontos?
-La gente cree que Dios los castiga y deja que haya guerras, enfermedades, hambrunas. Creen que Dios nos los escucha cuando rezan. Otros creen que todo son pruebas y hasta algunos dicen que Dios nos hace sufrir para ganarnos el cielo. Cuando yo me portaba mal, mi papá me retaba, me daba lecciones para que aprendiera y no cometiera errores. Pero nunca me deseo que tuviera cáncer o pasara una guerra para que me hiciera fuerte o aprendiera. Si Dios es nuestro padre, ¿por qué iba a hacerte que tuvieras cáncer o fueras a la guerra? ¿No es que dicen que Dios es amor?
Mi estupefacción iba creciendo; no podía imaginar de donde este pequeño sacaba tan enormes pensamientos, equivocadas o no.
-Solo puedo decirte que es más complejo de lo que parece. Cuando uno llega a grande las cosas se ven distintas.- le comenté.
-Y sí, lo sé, cada vez que escucho eso me suena a excusa.
Yo me reí y luego lo miré como me miraba. No se había ofendido por esa risa mía, más bien me miraba con compasión, como si yo fuera un simple estúpido no comprendiendo lo que pasaba; y en verdad comencé a sentirme así.
Él me mostró otro dibujo, se trataba de varias personas sentadas en el suelo con sus manos tapándose los ojos.
-¿Y eso que significa?- le indagué.
-Son los que tienen miedo de morir… Ellos solo le temen y no saben por qué.
-Pues es natural que muchas personas le teman.
-¿Por qué le temerían a algo que no existe?
-Es que si existe… Desgraciadamente pasa.
-Que pensamiento tan pequeño creer que alguien nace para vivir tan poco en el tiempo que tiene el universo. Quisiera saber cuando los hombres dejaron de creer en ellos mismos.
-Mira, pequeño, quisiera responderte a todas tus dudas, pero no tengo las respuestas, realmente no se porque pasan las cosas que pasan en esta vida.
-Es que yo no tengo dudas. Mi pregunta es porque las tienes tú.
Sentía que tenía razón, pero no sabía que era toda esta conversación. Me había dedicado a luchar por mi familia y mi país. Por un lado sabía que había hecho lo correcto pero por el otro reconocía que no me sentía del todo satisfecho.
-¿Qué dudas crees que tengo?
El me miró directo a mis ojos. Sentí que sus enormes ojos marrones penetraban por los míos y se introducían como un pulso eléctrico hasta el centro de mi pecho.
-Dudaste de tu bondad… Ya no crees que eres buena persona porque hiciste cosas muy malas en la guerra. Tanto es, que piensas que tu enfermedad es un castigo que mereces.
Me enseñó otro dibujo. Se trataba de alguien que caminaba por un sendero o más bien estaba detenido con rostro dubitativo. Se lo veía apesadumbrado a aquel hombre dibujado pero el resto del paisaje era maravillosamente precioso.
-Este señor, se perdió, no sabe a donde va- me explicaba el niño- entonces se preocupa y su preocupación distorsiona todo lo que ve. Ya no reconoce el paisaje. Pero el paisaje no cambió, quien cambió fue este señor por su malestar; está mas atento a sus penas que lo que le rodea. Lo que antes disfrutaba ya no lo ve. No puede ver la belleza en su entorno porque le pesa el alma.
-¿Y entonces?... ¿Cómo hace para volver a encontrar el camino?- le preguntaba siendo yo ahora el apesadumbrado.
-Debería ver lo que no puede ver en su entorno, en su interior. ¿Sabes porque una montaña o un lago pueden ser hermosos para ti?
-¿Cómo?
-Porque tienes el corazón hermoso, porque te sientes bien y lo bueno atrae a lo bueno. Mi padre me contaba de las leyes del universo y una de ellas es la ley de la atracción. Lo bueno que piensas es lo bueno que ves y que te va a pasar.
Da vuelta la hoja para enseñar otro dibujo. El mismo señor, ahora estaba sentado al borde de algo parecido a una colina observando un lago con el sol reflejado en sus aguas. Maravilloso bosquejo.
-¿Este señor ahora si puede ver la belleza de su entorno?
-Aún no, pero va en buena dirección. Se sentó a reflexionar sobre lo que sentía, a preguntarse porque no encuentra el camino. Se va dando cuenta que en el exterior no está el motivo de sus penas. Sabe ahora que frente a él hay un hermoso lago.
-¿Y cómo crees que puede encontrar las respuestas?
-Medita sobre ello. Si el dolor está dentro de él, la cura está también dentro de él.
En otro dibujo, este señor volvía al sendero anterior, pero ahora con un rostro sonriente.
-Parece que encontró lo que necesitaba.- le comenté.
-Supo que todo estaba en él. Se había hecho cargo de todas las culpas, sintió que había traicionado a lo que era y sintió culpa por ello. Le enseñaron en esta vida que había que sentirse culpable por aquello que no nos salía. La gente suele aceptar sin oposición que son lo que son sin más por mejorarse, sin más que hacer, porque es gordo, feo, porque le hizo mal a alguien que amaba, porque creen que nadie lo va a aceptar como es, por su orgullo, por tantas cosas. Luego hablan de Dios como si todo lo tendría que hacer Él. Y si Dios te hizo a su imagen y semejanza… ¿No crees que seas un Dios en potencia?
Lo volví a mirar y sentía una serie de cosas que se entre mezclaban en mi interior. Por un lado me sentía avergonzado, pero por otro, era como si alguien me estuviera quitando una mochila.
Volvió la hoja para descubrir casi el mismo anterior, con el señor en el sendero pero con la diferencia que había otras personas con él, caminando en la misma dirección. El niño se refirió a la escena.
-Acá, el hombre descubre que no está solo en el camino, que son más y a medida que haga su camino se sumarán más y más. Gente como él, que antes se sentían culpables de sus defectos. Todos ellos se perdonaron a si mismo; aprendieron a amarse, perdonaron a los otros y ahora pueden amar a los demás y compartir el mismo camino.
Por primera vez en muchos años, mis ojos se llenaban de lágrimas y un nudo se atoró en mi garganta.
-Ahora terminé de dibujar este bosque que te mostré al principio. Es la antesala de la Ciudad Feliz. Tataré de terminarlo esta misma noche si es que el sueño no me vence antes.- se sonrió el niño.
Me refregué un ojo antes que se le cayera una lágrima y le pregunté al niño su nombre.
-Me llamo Abel Gray ¿Y tú?-
-Berns… Berns Atkins.
Me tendió la mano y yo se la estreché con gusto. Cuando lo hicimos, sentí tanta paz en mi interior, definitivamente este niño había provocado algo en mi.
-Dejaré que termines tu dibujo. Mañana por la mañana pasaré a verlo si quieres.
-¡Claro!... será un placer.
Luego de un instante en silencio, observando a ese maravilloso niño, me dispuse a salir de su habitación. Pero antes, unas últimas palabras de él me detuvieron en la puerta.
-Berns… Un cáncer en el cuerpo se pude curar o no, pero no dejes que jamás un cáncer te invada el alma.
Asentí, le sonreí y ahora si me fui lentamente por los pasillos del hospital hasta mi cuarto. Ya no me parecían tan oscuros entonces.
Casi no dormí aquella noche, pensando en todo lo que ese niño me había contado y enseñado. Me puse a pensar si realmente había pasado todo ello. Estaba ansioso por saber como sería su último dibujo.
A la mañana, me levanté, me puse la bata y salí hacia el cuarto de Abel, era tanta mi curiosidad o mi deseo de volver a ver a ese niño que ni siquiera acepté el desayuno.
Cuando llegué, la habitación estaba ocupada por una mujer. Me cercioré si esa era la habitación de Abel. En verdad no estaba seguro; miré por otras puertas sin encontrar respuestas.
Intercepté a una enfermera que caminaba por el pasillo para preguntarle por Abel, qué habían hecho con él, si lo habían trasladado o me había equivocado de sector.
La enfermera me miró consternada.
-¿Usted es familiar de Abel Grey?
Ante la dude le respondí que era un amigo, que nos conocimos de estar allí.
-Lo siento mucho señor… pero me temo que Abel Grey falleció.
Me quedé petrificado, no podía entenderlo ni aceptarlo.
-¡Pe… Pero…. Pero cómo… Anoche lo vi bien. Estuvimos conversando, me enseñó lo que estaba dibujando!
-¿Anoche dice usted?...Señor, Abel murió hace dos días.
-¿Qué? ¿Cómo?... Anoche estuve con él. Yo... yo…
-¿Usted es el señor Berns Atkins?
-Sí. Soy yo.
La enfermera parecía saber algo sobre mi; inmediatamente me pido que la acompañara a la oficina de enfermeras. Al llegar allí, ella abrió una gaveta y sacó una gran carpeta. Me extendió para que la tomara.
-Él señor Grey nos habló de usted y nos encomendó que le entregáramos esto a usted.
Yo tomé la carpeta lentamente. La reconocí inmediatamente.
-Son sus dibujos- comenté casi en un murmullo.
-En verdad tenía un buen pulso a pesar de su enfermedad y su edad- dijo la enfermera.
Levanté la cabeza lánguidamente para mirarla
-¿A que edad se refiere?
-A sus casi 79 años.
Yo no entendía bien si se estaba refiriendo a la persona que yo había conocido,
-Era un niño- solo atiné a decirle.
-Oh, claro… Tenía un alma de niño, casi se comportaba como tal, nos hacia reir. Era una persona muy fuerte y sin temor a nada… Lo vamos a echar de menos.
La enfermera me observó con ternura, luego me palmeó una mano en señal de comprensión para luego marcharse.
Me quedé unos minutos en el medio del pasillo, parado tratando de ordenar mi interior. No sabía como explicarme lo que sucedió. Luego me senté en una de esas bancas del hospital y abrí la carpeta. Repasaba cada uno de esos maravilloso dibujos que Abel me había mostrado, pero sobre todo, todo lo que nadie me había enseñado en la vida, de la vida, en una simple noche.

Berns, dejó su vaso sobre la mesa. Todos nos quedamos mirándole en silencio, absortos, con el corazón en la boca. Luego de un buen rato, le pregunté a mi amigo si había visto completo aquel último dibujo del niño.
Berns se agachó para extraer algo de su bolso. Luego depositó sobre la mesa una inmensa carpeta de tapas de cartón color verde.
La abrió parsimoniosamente y fue pasando todo aquellos dibujos que nos había comentado, eran realmente maravillosos. Se quedó mirando con una leve sonrisa y paz en su rostro a el último dibujo. Luego lo alzó para enseñárnoslo a todos en la mesa.
-Esta es La Ciudad de la Alegría.
Era un dibujo de una simple ciudad, con personas caminando, automóviles, gente que trabajaba, parecía todo normal, a todos se los veía sin problemas aparente.
Una de nuestras compañeras comentó que era un lindo dibujo pero no encontraba nada especial, tan solo una ciudad como cualquier otra.
Berns se sonrió y le respondió:
-Así es, es la misma ciudad que ves todos los días, la que vemos todos… Es la ciudad que algún día, cuando nos liberemos de nuestras penas podremos ver como la Ciudad Feliz. Lo que ves ahora no es el dibujo sino lo que ves en tu interior.
Luego de otro silencio respetuoso y de reflexión, de miradas cruzadas y desnudas, uno de nosotros levantó su vaso y dijo.
-¡Brindo por la Ciudad de la Alegría y por los Abel Grey!
Todos levantamos nuestros vasos y brindamos.... (Extraido de un grupo de internet)

EL TURISTA Y EL SABIO

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó: -¿Y dónde están los suyos...?
¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
Yo también... concluyó el sabio. "La vida en la tierra es solamente temporal... sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices"
1.. Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste.
2.. Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.
3.. Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.
4.. Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo.
5.. Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.
6..Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
7.. Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.
8.. Dios no te preguntará el color de tu piel; te preguntará por la pureza de tu interior.