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lunes, 8 de octubre de 2007

Cambio Y Renovaciòn... Paulo Coelho

Cuando llega el invierno, los árboles deben de suspirar de tristeza al ver como caen sus hojas.

Dicen: "Jamás volveremos a ser como antes".

Claro que no. De otro modo, ¿Cual sería el sentido de la renovación?. Las siguientes hojas tendrán su propia personalidad, pertenecen a un nuevo verano que se acerca. Vivir es cambiar, y las estaciones nos repiten esta lección todos los años. Si tenemos un poco de paciencia, la primavera siempre llega y olvidamos el invierno de nuestra desesperación.

Cambio y renovación son leyes de vida. Es bueno acostumbrarse a ellas, y no sufrir por cosas que solo existen para traernos alegrías.

Paulo Coelho.

Cuando decidimos actuar... Paulo Coelho

Cuando decidimos actuar, suelen ocurrir algunos excesos. Dice un antiguo refrán culinario: “no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos”.

Cuando decidimos actuar, es natural que surjan conflictos esperados. Es natural que se produzcan heridas en el transcurso de estos conflictos. Las heridas pasan: sólo quedan las cicatrices.

Esto es una bendición; esas cicatrices se van a quedar con nosotros el resto de nuestra vida, y van a sernos de mucha ayuda. Si en algún momento por comodidad o por cualquier otra razón, la voluntad de volver al pasado fuera grande, bastará con que las miremos.

Las cicatrices nos van a mostrar las marcas de las esposas, nos van a recordar los horrores de la prisión y nos harán ir hacia adelante.


PAULO COELHO

SENTIRSE MISERABLE.... Osho, extracto de El Libro de la Sabiduría, capítulo 5



Cuando nos sentimos heridos emocionalmente, pueden

surgir memorias que la mayoría de nosotros quiere arrojar

al sótano del inconsciente. Pensamos que el tiempo se

encargará de curarlas, pero ellas continúan volviendo.

He aquí un método mucho más efectivo para curarlas...

"Si te estás sintiendo desgraciado, deja que esto sea

una meditación. Siéntate en silencio, cierra las

puertas. Primero, siente la desgracia con tanta intensidad

como sea posible. Siente el dolor. Alguien te ha insultado:

Ahora, la mejor manera de esquivar el dolor consiste en ir e

insultarle, a fin de poder estar ocupado con esa persona.

Eso no es meditación.

Si alguien te ha insultado, agradécele porque te ha dado

la oportunidad de sentir una herida profunda. Esa persona ha

abierto una herida. La herida puede haber sido creada por

muchos, muchos insultos que has padecido en toda tu vida;

puede que esa persona no sea la causa de todo el

sufrimiento, pero ha disparado un proceso.

Simplemente cierra tu habitación, siéntate en silencio,

sin enojo por la persona, pero con total atención al

sentimiento que está surgiendo en ti: el sentimiento de

dolor porque has sido rechazado, porque se te ha insultado.

Y, entonces te quedarás sorprendido pues no sólo esa

persona está ahí: todos los hombres y todas las mujeres

y toda la gente que alguna vez te ha insultado empezarán a

pasar por tu memoria.

Empezarás no solo a recordarlos, empezarás a revivirlos.

Entrarás en una especie de primal. Siente el dolor, siente

la pena, no la esquives. Por eso es que, en muchas terapias

se le pide al paciente que no tome droga alguna antes de que

empiece la terapia, por la razón simple de que las drogas

son una forma de escapar de tu miseria interior. No te

permiten ver las heridas, las reprimen. No te dejan penetrar

en tu sufrimiento y, a menos que penetres en tu sufrimiento,

no puedes ser liberado de su aprisionamiento.

Es perfectamente científico dejar todas las drogas antes

de entrar en la terapia, si es posible incluso drogas como

el café, el té, el cigarrillo, porque son todas formas

de escapar. ¿Has observado? Cuando te sientes nervioso

inmediatamente empiezas a fumar. Es una forma de evitar el

nerviosismo; te entretienes fumando. En realidad es una

regresión. El cigarrillo te hace sentir otra vez como un

niño – despreocupado, irresponsable- porque el

cigarrillo no es más que un seno simbólico. El humo

caliente te lleva simplemente otra vez a los días en que

te alimentabas del pecho materno y la leche tibia iba

penetrando: El pezón se ha convertido en un cigarrillo. El

cigarrillo es un pezón simbólico. Por medio de la

regresión esquivas las responsabilidades y las penas de

ser adulto. Y eso es lo que sucede con muchas, muchas

drogas.

El hombre moderno está drogado como nunca antes, porque

está viviendo en un gran sufrimiento. Sin las drogas

sería imposible vivir con tanto sufrimiento. Esas drogas

crean una barrera; te mantienen drogado, no te permiten la

sensibilidad suficiente para reconocer tu pena. La primera

cosa a hacer es cerrar las puertas y detener toda clase de

ocupación: mirar la tele, escuchar la radio, leer un

libro.

Detén todas las ocupaciones, porque eso también es una

droga sutil. Permanece simplemente en silencio,

completamente solo. Ni siquiera ores, porque eso nuevamente

es una droga, empiezas a entretenerte, empiezas a hablar con

Dios, te escapas de ti mismo. Atisha lo dice: simplemente

sé tú mismo. No importa el dolor, no importa el

sufrimiento producido. Ante todo experiméntalo en su total

intensidad. Será difícil, tendrás que entregar el

corazón: Puede que empieces a llorar como un niño, puede

que te revuelques por el suelo por la profundidad de la

pena, tu cuerpo puede tener contorsiones. Puede que te des

cuenta súbitamente de que la pena no sólo está en el

corazón, sino en todo el cuerpo, de que duele por todas

partes, de que es penoso por todas partes, de que todo tu

cuerpo no es otra cosa que dolor. Si lo puedes experimentar-

esto es de tremenda importancia- entonces empieza a

absorberlo.

No lo deseches. Es una energía tan valiosa, no la

deseches. Absórbela, bébetela, acéptala, dale la

bienvenida, siéntete agradecido. Y, puedes decirte: "Esta

vez no voy a esquivarlo, esta vez no voy a rechazarlo, esta

vez no voy a desecharlo. Esta vez me lo beberé y lo

recibiré como a un huésped. Esta vez lo voy a digerir".

Puede que te lleve unos pocos días el ser capaz de

digerirlo, pero el día que esto suceda habrás dado con

una puerta que te llevará realmente muy, muy lejos.

Una nueva jornada ha empezado en tu vida, te estás

desplazando hacia una nueva clase de ser, porque

inmediatamente, en el momento en que aceptas la pena sin

ningún rechazo, su energía y su cualidad cambian. Deja

de ser una pena. En realidad uno se queda sorprendido, no lo

puede creer, es algo tan increíble. Uno no puede creer que

el sufrimiento pueda ser transformado en éxtasis, que la

pena se puede convertir en gozo. Cuando una cosa cualquiera

es total, se transforma en su opuesto.

Éste es un gran secreto que debe recordarse. Cuando algo

es total se cambia a su opuesto, porque no hay forma de

seguir adelante; se ha llegado al final. Observa un viejo

reloj de péndulo. Lo hace una y otra vez: el péndulo va

hacia la izquierda, a la extrema izquierda, y luego hay un

punto que no puede traspasar; entonces empieza a moverse

hacia la derecha. Los opuestos son complementarios. Si

puedes sufrir tu sufrimiento en su totalidad, con gran

intensidad, te quedarás sorprendido. .. No serás capaz

de creértelo cuando sucede la primera vez, que tu propio

sufrimiento absorbido voluntariamente, con aceptación, se

convierta en una gran bendición. La misma energía que se

convierte en odio, se convierte en placer; la misma

energía que se convierte en sufrimiento, se convierte en

bendición".

Osho, extracto de El Libro de la Sabiduría, capítulo 5

De maestros y discipulos... Osho

Dice el viejo refrán: «Cuando el discípulo está preparado el Maestro aparece». El discípulo no puede encontrar al Maestro, sólo el Maestro puede encontrar al discípulo. Sólo el que se conoce a sí mismo puede conocer a los demás, entonces es fácil.

Cuando estás preparado, todo el Universo empieza a apoyarte. No hay necesidad de pedir ayuda, no hay necesidad de ir a ninguna parte, el apoyo se está dando siempre; las necesidades siempre son satisfechas. Pero uno tiene que estar preparado, uno tiene que estar en el lado mental en el que las fuerzas del Universo puedan favorecerle.

Así que no se trata de una búsqueda positiva, porque no puedes pedir ayuda astral; el logro dependerá de tu receptividad, de tu preparación. Las fuerzas elevadas están presentes en todas partes, en todo momento. Ahora mismo, estás rodeado de ambas energías, las elevadas y las inferiores, pero sólo eres receptivo a las inferiores. Puedes estar: o abierto a las fuerzas elevadas, o bien, abierto a las fuerzas inferiores, pero no puedes estar abierto a ambas. El propio mecanismo funciona de tal manera, que si estás abierto a las inferiores, estarás cerrado a las elevadas y si estás abierto a las elevadas automáticamente estarás cerrado a las inferiores, porque sólo tenemos una apertura, así que tú decides en qué dirección moverte.

Lo primero que hay que comprender es cómo cerrarse a las fuerzas inferiores y cómo abrirse a las fuerzas elevadas. Las fuerzas elevadas siempre están ahí pero no pueden funcionar a no ser que

tú cooperes con ellas, a no ser que te entregues a ellas. Comienza el trabajo: cuando se abren las puertas, el sol puede entrar. Tus puertas están cerradas, el sol está ahí, está llamando a tu portal en este mismo momento y tú estás en la oscuridad. Seguirás en la oscuridad y no porque el sol no esté ahí sino porque tus puertas están cerradas. No has invitado al sol, no estás receptivo a él. Todavía no estás preparado para ser un anfitrión; la invitación no ha sido enviada. ¿Cómo puede uno cerrarse a las fuerzas inferiores y abrirse a las fuerzas elevadas? Ni siquiera somos conscientes de que estamos abiertos a las fuerzas inferiores y sin embargo estamos a la búsqueda de fuerzas elevadas que pueden trabajar en nosotros...

Por ejemplo: Cuando alguien te ama, siempre albergas sospechas, siempre lo dudas. «¿Será amor real y verdadero?» ¿Realmente eres amado o no? ¿Está siendo auténtica la persona o finge? Cuando alguien está furioso tú nunca dudas si está realmente furioso o si sólo está fingiendo, si está realmente furioso o simplemente está actuando. No hay duda. Se da por garantizado que la ira es auténtica, pero el amor nunca se da por asegurado. Siempre crees en lo inferior, tu fe está profundamente arraigada en lo inferior. Recuerda, la apertura es la fe. Significa confianza. Tú estás abierto a lo que crees. La mente desconfiada está cerrada porque tiene miedo pero, a no ser que confíes, permanecerás cerrado. Lo primero que hay que considerar es lo siguiente: en qué crees más fácilmente, ¿en las cosas inferiores o en las cosas elevadas? Crees en las cosas inferiores sin razonar, sin dudar, sin pensarlo. Tú crees en lo inferior. Lo inferior es tu realidad.

Cuando te abres a lo elevado, las cosas empiezan a ocurrir de una forma muy diferente, pero si sólo estás abierto a lo inferior entonces tendrás que buscar a lo elevado a tientas en la oscuridad. La apertura a lo inferior es habitual en nosotros. Cuando una fuerza inferior esté tirando de ti ¡date cuenta! Sé un testigo de lo que está pasando. No permitas que tu mente se abra a ella. Todas las cosas a las que tú estás abierto quedan profundamente marcadas en ti, y al final, acaban por funcionar. Así que estate constantemente alerta, momento a momento, si algo es inferior, aunque esté bien, aunque sea verdad, no te abras a ello. Esa costumbre de enfocarte a lo inferior no es buena porque se convierte en un impedimento para la apertura a lo elevado.

Pepitas de oro... Osho


Mira sólo a los animales, los pájaros,

nadie está preocupado,

nadie está triste ni frustrado.

No ves un búfalo con ataques de ira.

Está perfectamente a gusto masticando el pasto,

igual que todos los días...

¡Parece casi un iluminado!

No tiene tensiones,

está en una tremenda armonía con la naturaleza, consigo mismo y con

todo tal como es.

Los búfalos no hacen partidos

para revolucionar el mundo;

para convertir a los búfalos en súper búfalos;

para hacer a los búfalos religiosos y virtuosos.

Ningún animal está interesado en las ideas humanas.

Y todos ellos deben estar riendo.

¿Qué es lo que te ha sucedido?

¿Por qué no puedes ser simplemente tú mismo cómo eres?

¿Cuál es la necesidad de ser otro?

Así es que lo primero es

la aceptación de ti mismo.

En lugar de juzgarte,

empieza a celebrarte con todas tus imperfecciones,

tus fragilidades, errores, fallas.

No te pidas ser perfecto.

Eso es simplemente pedir lo imposible

que te hará sentir frustrado.

Después de todo, eres un ser humano.

-Osho-

Pepitas de oro

viernes, 5 de octubre de 2007

Cambio (Cuento Zen)

A un discípulo que se lamentaba de sus limitaciones, le dijo el maestro:

“naturalmente que eres limitado. Pero,

¿no has caído en la cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían sido imposibles?

¿Qué es lo que ha cambiado?”.

“Han cambiado mis talentos”, respondió el discípulo.

“No, has cambiado tú”, dijo el maestro.

“¿Y no es lo mismo?”.

“No, tú eres lo que tú piensas que eres,

cuando cambia tu forma de pensar,

cambias tú”.

lunes, 1 de octubre de 2007

EL HOMBRE DEL CRUCE DE CAMINOS

Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos.

Todos los días, a primera hora de la mañana, llegaba hasta allí, donde instalaba un puesto rodante en el cual vendía bocadillos que él mismo horneaba.

Era sordo, por lo tanto no escuchaba la radio. No veía bien, entonces ni un solo día leía los diarios.

Meses después alquiló un terreno, levantó un gran letrero de colores y personalmente pregonaba su mercancía gritando a todo pulmón: "Compre deliciosos bocadillos calientes", y la gente compraba cada día más.

Aumentó la compra de insumos, alquiló un terreno más grande y mejor ubicado y sus ventas se incrementaron día a día.

Su fama aumentaba y su trabajo era tanto que decidió buscar a su hijo, un hombre de negocios de una gran ciudad, para que lo ayudara.

A la carta del padre, su hijo respondió: ¡Pero papá! ¿No escuchas la radio ni lees los periódicos, ni ves televisión?. ¡¡¡¡Este país está atravesando una gran crisis, la situación es muy mala... No podría ser peor!!!!.

El padre pensó: "Mi hijo trabaja en una gran ciudad, lee los periódicos y escucha la radio, tiene contactos importantes... Debe saber de qué habla...".

Así que revisó sus costos, compró menos pan, disminuyó la compra de cada uno de los ingredientes y dejó de promocionar su producto. Su fama y sus ventas disminuyeron día a día.

Tiempo después desmontó el letrero y devolvió el terreno. Aquella mañana escribió a su hijo y le dijo: "Tenías mucha razón: verdaderamente estamos atravesando una gran crisis".

La historia de la humanidad demuestra que sólo triunfan aquellos

que creen poder hacerlo.

El Anillo


Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le, dijo: Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después...

-y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- E...encantado,- maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.

Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se

cruzaba en el mercado, más de cien personas-, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro- dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-.

Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo

vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo

- ¡ 58 MONEDAS ! Exclamó el joven.

Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé...si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede revaluarte verdaderamente un experto.

¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.

EL COLADOR


Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle.

El objetivo era: darse cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo. Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua. El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.

El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo!

¡Llenar un colador con agua! Eso es lo que ocurre, ¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo... no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes. "Es como agua en un colador", por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.

Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían... buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.

Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro. El maestro le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.

Muéstrame cómo llenas un colador con agua -le pidió el maestro.

Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón. El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.

Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo el maestro-. Mientras uno permanece de pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse con cucharadas de conciencia espiritual. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida espiritual.

Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.

El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador

flotó unos instantes y después se hundió.

- Ahora está lleno de agua y así permanecerá -dijo el maestro. - Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la

individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual.

Historia de Sabiduría Zen

Alan Watts

Erase una vez un pez que vivia en el gran oceano,

y puesto que el agua era transparente y se apartaba siempre convenientemente de su nariz cuando el se desplazaba,

ignoraba el hecho de que habitaba en el oceano.

Bien: un dia, el pez hizo una cosa muy peligrosa,

a saber:

comenzo a pensar "Sin duda, soy una entidad notable, pues puedo desplazarme por el espacio vacio".

El pez acabo por confundirse con tanto pensar sobre el moverse y el nadar,

y de pronto cayo en un ansioso paroxismo:

habia olvidado el arte de nadar.

En aquiel momento, miro hacia abajo y contemplo el abismo oceanico,

reparando en la terrorifica posibilidad de precipitarse.

Lulego reflexiono:

"Si pudiera morderme la cola,

lograria mantenerme".

Asi fue como el pez se mordio la cola,

doblando la espina dorsal.

Lamentablemente, esta ultima noera demasiado flixible,

por lo que no pudo mantenerse en posicion.

Mientras el pez pugnaba por cogerse la cola,

el negro abismo se tornaba mas y mas horrible,

hasta que el pobre animal cayo en una profunda crisis nerviiosa.

El pez de nuestra historia estaba a punto de abandonar cuando el oceano,

que le habia estado observando con una mezcla de piedad y diversion,

le dijo:

"¿ Que estas haciendo?"

-Oh- dijo el pez- tengo miedo de caer en el profundo y negro abismo y procuro morderme la cola

para sostenerme.

_Bien- replico el oceano- pues ya llevas un buen rato intentandolo,

y sin embargo, no has caido. ¿Como es eso?

-Oh. ¡es verdad!, todavia no he caido- repuso el pez- porque estoy nadando.

-Oye- replico el oceano- yo soy el Gran Oceano, donde vives y te mueves y puedes ser un pez,

y he puesto todo de mi parte para que nadaras,

y te sostengo mientras lo haces.

Pero tu, en lugar de explorar la profundidad, la altura y las vastedades de mi seno,

malgastas tu tiempo persiguiendote la cola.

Desde entonces, el pez dejo la cola en su lugar (es decir, atras),

y se dedico a explorar el oceano.

(Extracto de "El futuro del Extasis, de Alan Watts)